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Marcelo Rizzi
Driftwood/ Marcelo Rizzi [+]

ISBN-978-987-4044-45-7 

Por Daniel Freidemberg

 

“Da algo a pensar”. Diría, para ir tanteando, que eso hace Marcelo Rizzi en “Driftwood”: propone reflexionar sobre cuestiones más o menos de fondo que nos atañen, en una tradición que va desde Eliot, Pessoa y Girri hasta Giannuzzi, Oliva y Pacheco. O Fogwill y Pablo Ananía, viniendo más acá. Cuestiones siempre inquietantes, por lo general inesperadas, como, por ejemplo, la “tiranía venial de los conceptos”, los idearios que definen las épocas, la razón secreta que tiene todo inútil sacrificio, entre las muchas que va tocando este ejercicio del pensar. O este juego del pensar. Porque es un pensar ladino o travieso: se sabotea a sí mismo, se abstiene de completarse, se corre de la dirección a la que venía apuntando y con una gambeta nos mete en otro escenario, que uno tendrá que reconocer, no sin extrañeza, a la vez que se pregunta por qué fue a parar ahí. Porque alguna razón hay, no puede no haberla, por la elemental lógica del montaje. Esa fulguración poética de los encuentros fortuitos que está lejos de ser patrimonio exclusivo de los surrealistas, esos saltos de la inteligencia y la imaginación, un poco a la manera de Wallace Stevens: ahí están para quien guste de aventurarse. “Pensar por medio de la imaginación”, escribió Stevens. Entrar en este libro es animarse a una imprevisible lógica de la relación de los hechos entre sí y de las palabras entre sí, no tan caprichosa como parece, aunque a lo que parece tener de caprichosa le debe esta propuesta, en gran medida, “eso” que la hace especie única, no solamente en el ecosistema de la poesía argentina.

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El libro de los helechos

ISBN-978-987-4044-18-1

 

Desde el acápite liminar de El libro de los helechos se advierte al lector: el mundo que supimos tener ya ha concluido. Con él las ocurrencias brillantes, las paradojas audaces y las anécdotas más chuscas se consumirán, se quemarán, se desecharán ("no habrá jamás futuro cielo/ que no haya sido ya imposible y griego").

Marcelo Rizzi, como un desertor experimentado, enseña por donde entraron los golpes, y quizá, salieron; permanece en su propia posición, mantiene un contacto social en la oscuridad a dos colores de la página, cubo, cesto, adulación, ociosidad o infidencia ("moldear arcillas/ hasta considerarlas propicia/ destrucción o despojo"); sabe por instinto todo cuanto procuran en vano aprender los bachilleres profesionales sepultados por volúmenes y fichas ("¿confería voluntad a aquello/que en su sueño admitía sólo predicación?"). A la deriva entre lo que se teme y lo que se anhela, logra dar con el rastro de su presa ("qué se/ sale a buscar con la lluvia"): sólo se trata de disparar y seguir adelante o buscar un lugar donde estar solo y hallarlo.

 

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